HARRY CLÚSTER HA VUELTO

Los casos que investiga Harry Clúster, un detective de los de antes, un tipo duro.

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Location: Chile

Monday, November 26, 2007

COMO HARRY CLÚSTER CONOCIÓ A LA CHABELA



Fue en el único período de bonanza económica que tuvo Harry cuando conoció a la Chabela. Había tenido dos casos encargados por gerentes de multinacionales, molestos por la cornamenta voluminosa que les impedía entrar a las salas de reuniones sin sombrero de charro. Harry solucionó los dos casos con tal discreción que ambos gerentes prometieron proclamar su eficiencia en los círculos que frecuentaban, pavimentados de dólares. Ante ese futuro tan promisorio, Harry decidió que iba a necesitar una secretaria y puso un aviso en The Temuco Herald: SE
NECESITA SECRETARIA CON EXPERIENCIA, JOVEN Y BUENA PRESENCIA. Aunque el aviso le pareció un poco contradictorio le gustó la rima, que parecía un buen augurio, una señal de que de ahí en adelante iba a salir de perdedores. Además del aviso cambió de petaca y de marca. Botó la vieja petaca abollada por un tiro que le habría traspasado el trasero, compró una nueva, reluciente, y la llenó con el Chivas más caro que encontró en el mercado. Después volvió a su oficina y se sentó a esperar, dando de vez en cuando un largo sorbo a la petaca.
Cuando ya oscurecía y Harry había vaciado y vuelto a llenar varias veces su petaca, unos golpes tímidos sonaron en el vidrio esmerilado de la puerta.
- ¡Adelante! - dijo Harry y la puerta se entreabrió sin que nadie
apareciera. Harry llevó la mano a su Luger y alcanzó a esconderse un poco tras el escritorio , para protegerse, cuando escuchó una voz delgadísima:
- ¿Se puede?

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(continuará)

¿Se acostumbrará Harry al Chivas Regal?
¿Habrá una escena de sexo en el próximo capítulo?
¿Será Harry Clúster el fundador de una transnacional de detectives privados?
¿Los ángeles vuelan o solamente aletean?
¿Será capaz Harry Clúster de encontrar el unicornio azul de Silvio?


Exija el próximo capítulo con el suplemento de Escritura Creativa.

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Harry sacó la mano de la Luger y se acomodó en su silla para alcanzar una postura digna.
- Adelante - repitió.
En la puerta apareció una muchacha menuda, frágil, casi una niña,que sonreía con una sonrisa entre tímida y pícara. En la mano llevaba una maleta pequeña.
- Venía por el aviso del diario - dijo mientras se acercaba a pasitos
lentos hasta el escritorio.
Harry le señaló una silla.
Antes de sentarse, la muchacha estiró la mano sobre el escritorio.
- Soy Isabel Pastor. Todos me dicen Chabela.
- Clúster, Harry Clúster - dijo Harry, mientras se cuidaba de no fracturar
esa mano pequeña con su manaza acostumbrada a golpear hampones y tipos duros.
Chabela se sentó, abrió la maleta en el piso y buscó entre un par de blusas y una falda. Sacó unas hojas mecanografiadas y las dejó sobre el escritorio.
- Aquí está mi curriculum. ¡Tiene foto! - dijo orgullosa.
Harry Clúster ojeó distraído las hojas. No sabía cómo realizar este tipo de entrevistas, acostumbrado como estaba a los interrogatorios de hampones y tipos duros (1).
- Este es un trabajo peligroso, nena - dijo, palpando la petaca en el
bolsillo trasero de su pantalón.
- No tengo miedo - dijo Chabela, tratando de adelantar la barbilla para
aparentar energía --. Necesito el trabajo para acumular experiencia. Y
experiencias...(2)
Harry tamborileó con los dedos de su mano derecha sobre el escritorio.
Palpó su petaca otra vez y luego palpó la Luger. No sabía si pegarse un
trago o un tiro.

(continuará)

(1) La repetición es intencional para que el lector recuerde que Harry
Clúster está acostumbrado a tratar con hampones y tipos duros.
(2) Los puntos suspensivos son intencionales para agradar a un grupo de
lectoras y también para sugerir que Chabela le dio una cierta inflexión
pícara a estas "experiencias".

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¿Contratará Harry Clúster a Chabela?
¿Le ofrecerá un sueldo digno?
¿Alguien ha leído a Heidegger?
¿Cuál es la relación de la epistemología con el fútbol ofensivo?

Léalo en el próximo capítulo. Exíjalo con su suplemento
de Escritura Creativa
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Harry se decidió por la petaca. Necesitaba un estímulo para tomar la
decisión.
- ¿Sabes escribir a máquina? - preguntó, luego de un sorbo largo,
larguísimo, mientras señalaba la Underwood que parecía un monstruo
polvoriento durmiendo siesta sobre la mesita.
- ¿Eso es una máquina de escribir? - la boca de la Chabela era una O
mayúscula.
- Es un poco antigua, pero le tengo cariño.
- ¿Por qué no se compra un computador? - la Chabela buscó otra vez en su maleta y sacó un libro gris y azul, con letras blancas - Mire.
"GUÍA PRACTICA PARA EL USO DEL ORDENADOR EN LA INVESTIGACIÓN POLICIAL" - leyó Clúster - ¿Quién lo escribió?
La Chabela le mostró la solapa con las fotos de los autores.
- ¡Son unos niños!
- Yo creo que lo hacen para despistar.
Clúster leyó lo que había bajo las fotos.
- Ajá, eso significa que ella no es china y que él no es José, es Remo.
La Chabela volvió a abrir la boca como una O mayúscula(1)
- Se nota que usted es un buen detective, señor Clúster.
- Puedes decirme Harry. Estás contratada. ¿Me prestas el libro? Nunca está de más el perfeccionamiento.
- Claro que sí - la Chabela tomó el libro, escribió su nombre en todos los
espacios en blanco que encontró y luego se disculpó: - Nunca hay seguridad con esto de los libros. ¿Por dónde empiezo a trabajar?
Harry se encogió de hombros.
- No sé, nunca he tenido secretaria. Lo único que te pido es que no me
cuentes tu vida. No soporto que me cuenten películas ni vidas.
- Tú te lo pierdes, Harry, después no reclames.


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(1) La repetición es intencional porque sí.

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(continuará)
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¿Podrá la Chabela cumplir en forma satisfactoria su trabajo?
¿ Se acostumbrará Clúster (lobo solitario) a tener a su lado a una muchacha
como Chabela?
¿Tiene cinta la Underwood?
¿Devolverá Harry Clúster el libro?
¿Ocurrirá en el próximo capítulo la anagnórisis?

Lea el próximo capítulo. Exíjalo con su suplemento
de Escritura Creativa.
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El día transcurrió casi como transcurrían todos los días de Clúster cuando estaba sin trabajo, entre sorbos de café amargo y largos tragos de bourbon. La única diferencia estaba en que era Chabela la que preparaba el café y los tragos de bourbon eran más cortos y distanciados porque cada vez que Harry sacaba la petaca la muchacha miraba hacia otro lado, como si fuera la aparición súbita y violenta de un exhibicionista. Pero Harry necesitaba esos tragos como nunca porque esa muchacha le estaba causando un desasosiego que amenazaba tormenta y las tormentas de Harry sólo amainaban con barriles de bourbon.
Al atardecer estaba levemente borracho -los otros días estaba totalmente
borracho(1) - y tarareaba "tómate esta botella conmigo, en el último trago nos vamos".
- Conozco esa canción. Mi madre la cantaba cuando se emborrachaba.
- ¿Tuviste madre?
- Claro.
- Quiero decir...¿se emborrachaba tu madre?
La Chabela limpió con algo de furia la Underwood.
- A veces, no muy seguido. Decía que bebía cuando quería olvidar...(2)
- Mala cosa. ¿Qué quería olvidar?
- No era "qué", era "quién". Un tipo que le hizo mucho daño, decía ella.
Clúster palpó la petaca. Ahora sí que necesitaba un trago largo.
- Mira, chiquilla, voy a decirte algo que nunca debes olvidar.
La Chabela dejó de limpiar la Underwood y se quedó con el pañito amarillo en la mano.
- Lo que no debes olvidar - Clúster carraspeó y buscó los Lucky - es que
los hombres nunca, nunca, hacen daño a las mujeres. Son las mujeres las que hacen daño a los hombres(3).
Chabela se acercó a Harry con el pañito amarillo (4) en la mano y lo miró fijamente a los ojos.
- Yo nunca te voy a hacer daño, Harry.
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(1) Obsérvese que el autor, en un ataque de irresponsabilidad, ha utilizado
dos adverbios terminados en "mente".
(2) El autor ha empleado ya dos veces puntos suspensivos.
(3) Las opiniones de los personajes no corresponden necesariamente a las
opiniones del autor y son de su exclusiva responsabilidad. Responsabilidad
de los personajes, para que quede claro.
(4) El pañito amarillo es, además de un trozo de tela que sirve para la
limpieza, un símbolo, pero como el autor todavía no sabe qué simboliza
dejará este paño en el olvido, al menos hasta otra ocasión.
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Es hora de cerrar el negocio - dijo Harry, para salir del paso - ¿Dónde
vives?
Chabela estrujó el pañito amarillo.
- De eso quería hablarte. ¿Podría dormir aquí? No tengo dónde ir.
Harry pensó que si no tomaba una decisión rápida el pañito amarillo se iba a transformar en un paño de lágrimas.
- Mira, chiquilla, yo no acostumbro hacer esto, pero por esta noche puedes dormir en mi casa. No es gran cosa pero es casa. Y no tengas miedo, no te voy a tocar.
- Yo no le tengo miedo a nada -dijo la Chabela sonriendo -¡Y muchas
gracias!
Cerraron la oficina y bajaron a pie los cuatro pisos. Al salir a la calle,
el viento fresco despejó a Clúster.
- Si quieres te puedo pagar un hotel para que duermas esta noche-dijo.
--No están los tiempos para eso, Harry. Hay que ahorrar.
Llegaron al destartalado Buick azul.
-- Si quieres manejo yo -dijo la Chabela.
-- No te preocupes. Este auto es más fiel que el caballo de Martín
Fierro.(1) Se sabe muy bien el camino a casa.
La casa no era, en rigor, una casa. Era un departamentito al fondo de una
casona, independiente, agua caliente, especial para estudiantes o para
persona sola que trabaje(2). Cuando entraron, la Chabela vio un plato sucio sobre el televisor y dos ceniceros repletos de colillas. Aunque no era la casa de Hank (3), porque no había botellas vacías por el piso, el desorden revelaba que por ahí no había pasado una mano de mujer en muchos años(4).
- Bueno --dijo Clúster sacándose la chaqueta y tirándola sobre una silla.
Puedes acomodarte en ese sofá porque mi cama es como el cepillo de dientes, no se presta.
Mientras caminaba hacia el baño, Clúster se iba sacando la camisa.
- No es por mostrarte los músculos, puedes ver que ya no tengo, pero no
voy a cambiar mis costumbres por esta noche. ¡Que duermas bien!
La Chabela sonrió.

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(1) El autor no recuerda si el caballo de Martín Fierro era fiel, pero le
pareció acertado incluir una cita de la literatura hispanoamericana para
manifestar su clara vocación bolivariana.
(2) Las dos líneas anteriores han sido sacadas de los avisos clasificados
de El Diario Austral.
(3) Hank es Charles Bukowski. El autor lo cita para demostrar que el
abanico de sus lecturas es muy amplio.
(4) El autor no comparte esta afirmación machista del narrador, porque la limpieza no es tarea exclusiva de las mujeres.
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(continuará)

¿Dormirá bien la Chabela?
¿Tuvo músculos alguna vez Harry Clúster?
¿Qué hora es en Nueva York?
¿Cómo se llama la trompa de las mariposas?
¿Le di ya de comer a mi perro?
¿Se le puede echar pimenta y orégano al alma?
¿Sucederá en el próximo capítulo la anagnórisis?

Lea el próximo capítulo. Exíjalo con su suplemento
de Escritura Creativa. (El lunes, porque sábado y domingo
el autor no trabaja. Come y bebe)

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Clúster se metió en la cama y se dispuso a dormir. No contaba ovejas,
contaba petacas. Disponía mentalmente una larga hilera de petacas en una vasta pradera y comenzaba a contarlas. Casi siempre se dormía antes de llegar a las quinientas, pero esa noche ya iba por la 1230 y todavía no
podía ni siquiera cerrar los ojos porque se distraía escuchando las idas y
venidas de Chabela al baño. Siguió contando. Al llegar a las 3671 petacas un sopor empezó a invadirlo. Antes de llegar a la 4.005 ya estaba durmiendo.
Despertó sobresaltado al sentir que algo se metía en su cama. Metió la mano bajo la almohada para agarrar la Luger (1) pero luego desistió porque era un cuerpo menudo, frágil, suave, tierno, sensitivo, que se acurrucaba contra su espalda.
- Tengo frío - dijo la Chabela mientras lo abrazaba por la cintura.
Harry se dio vuelta y la enfrentó.
- Mira, nena, quiero dejar algo en claro - dijo.
- ¿Enciendo la luz?
- No bromees. No me gusta mezclar el sexo con el trabajo.
- A mí tampoco - la Chabela sonrió - En realidad no me gusta mezclar el sexo con nada.
Harry suspiró, encendió la luz y observó a la muchacha. Estaba con una
trusa, braga, tanga, calzón mínimo (2) y una polera, remera, camiseta (3)
con la figura del Ratón Mickey sonriendo.

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(continuará)
(1)El autor usa "agarrar" y no "coger" porque algún rioplatense
encontraría extraño que Clúster cogiera con una pistola.
(2) Ver archivos de Apuntes.
(3)Ver archivos de Apuntes.
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¿Ocurrirá en el próximo capítulo la anagnórisis?
¿Está casado Mickey con Minnie?
¿Jugó fúbol alguna vez Sigmund Freud?
¿Dónde andarán Héctor Otero y Purranki Sandongui?

Léalo en el próximo capítulo. Exíjalo
con su suplemento de Escritura Creativa.
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Clúster suspiró, resignado, y le sacó la camiseta. Imposible dormir con
Mickey al lado. Mientras le sacaba la camiseta, la Chabela se había sacado, en un encoger y estirar de piernas, el calzón.
Harry Clúster la observó detenidamente. Había llegado el momento de la
revisión. Comenzó a recorrerla con el índice de la mano derecha.
- Hombros redondos, clavícula en perfecto estado, pechos regulares...
- ¿Cómo que regulares?
- Digo que no son ni muy grandes ni muy chicos(1). Un pequeño lunar en el pecho izquierdo.
Su índice recorrió las costillas (2).
- Te falta un par de kilos.
Su índice siguió bajando.
- ¡Me haces cosquillas! - rió la Chabela.
- Operación de apendicitis.
- Sí, a los quince.
Clúster se agachó un poco para ver mejor y ella le metió los dedos entre el pelo.
- Esta otra cicatriz, cerca de la rodilla, debe ser una caída de la
bicicleta.
- Patines.
- Está bien.
La giró y le observó la espalda.
- Todo normal, sólo un poco de escoliosis, pero eso da cierto atractivo.
La Chabela sonreía.
Al llegar a las nalgas, Clúster dio un salto. En la nalga derecha vio una
pequeña estrella de cinco puntas. La rascó suavemente con la uña y pudo
darse cuenta de que no era un tatuaje.
- ¿Y esto qué es? - casi gritó.
- Un lunar. ¿No te gusta?
Harry Clúster, entonces, dejó caer la cabeza sobre la almohada y cerró los ojos(3). Recordó una tarde lejana en Puerto Saavedra, adonde había ido con el teniente Nick Pastor y su esposa Frida. Allí, después de varios
mariscales, viento y arena, sol y frío, Frida tuvo que mudar a su hija
Isabel, de apenas seis meses. Nick Pastor llamó a Harry.
- Ven a ver a la niña, Harry.
Clúster trató de resistirse porque detestaba el olor a caca de los niños,
pero tuvo que ceder y se acercó a mirar. Ahí, en la nalga derecha de la
niñita, había una estrella de cinco puntas.

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(1) Esta es una apreciación subjetiva de Clúster.
(2) El autor quiso agregar "como tocando un arpa", pero la comparación no le pareció afortunada.
(3) ¡Por fin la anagnórisis! O, como bien dice PepeGV, la agnición, que es el reconocimiento de una persona cuya identidad se ignoraba. Un ejemplo clásico es el reconocimiento de Odiseo, el fecundo en recursos, por el porquerizo Eumeo cuando don Odi volvió a Itaca.

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(continuará)

¿Cuántos kilos cree Clúster que le faltan a la Chabela
y dónde quiere que vayan?
¿Continuará Clúster la revisión técnica de la Chabela?
¿Saldrá ella aprobada?
¿Era Frida amiga de Chavela Vargas?
¿La distancia entre la gnoseología y la ontología se mide en metros
o en yardas inglesas?
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Léalo en el próximo capítulo. Exíjalo con su suplemento
de Escritura Creativa.
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No pienses más, tonto - la Chabela sacó a Harry de sus recuerdos
y el pito de un árbitro invisible dio por iniciado el encuentro. Las
primeras jugadas fueron laterales, de estudio, pases cortos que trataban de establecer quién dominaba el partido, pero una entrada fuerte de Harry hizo que la Chabela protestara y respondiera con mayor violencia.
La pelota, que antes permanecía sólo en el centro de la cancha, comenzó a visitar con mayor frecuencia las áreas.Cuando Harry atacaba, en base a su potencia, la Chabela se defendía con habilidad y cuando la Chabela atacaba en base a su velocidad, Harry se defendía con veteranía y sapiencia. El partido era limpio, sin acciones violentas, hasta que Harry intentó morderle un pezón.
- - ¡Ahí no, que me duele! - gritó la Chabela. Primera tarjeta amarilla
para Clúster.
La Chabela comenzó a trabajar en base a su cintura, tratando de marear la firme defensa de Harry. Harry, entonces, le dio una furibunda entrada que la Chabela sintió a fondo y tuvo que replegarse, retrocediendo sus líneas y sus curvas. Cuando Harry estaba a punto de marcar el primer tanto, la Chabela despejó desde la línea de gol, se repuso y trató de manejar el partido manteniendo el balón en el centro del campo, pero Harry sabía que tenía que aprovechar ese momento y atacó con todos sus efectivos. La atacó por los flancos y por el centro, por vía aérea y a ras de piso, de distancia y desde dentro del área, hasta que por fin vio que la pelota hacía inflar la red delarco defendido por la Chabela.
Harry comenzaba a lanzar su grito de victoria cuando Chabela, que ya mordía la almohada de la derrota, dio un último giro de caderas, una reacción agónica, con lo que logró que el grito de Harry se transformara en unaespecie de lamento gutural.
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Dada la intensidad del encuentro, el autor no ha querido incluir
notas al pie de página para no distraer a los espectadores.
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(continuará)

¿Continuará?
¿Será capaz Harry?
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Terminado el primer tiempo, Harry fue a la cocina. No había bebidas
isotónicas, así que agarró dos huevos, los quebró y los echó en un vaso.
Luego exprimió un limón y dejó caer el jugo sobre los huevos(1). Sal y
pimienta. Se empinó el vaso cerrando los ojos. Después fue, rápido, al baño y buscó la cajita milagrosa. Ahí estaba, junto a todos los medicamentos de urgencia. Sacó una gragea azul celeste (2) y se la tomó con un sorbo de agua. Se miró al espejo: las ojeras le llegaban hasta las rodillas y las rodillas todavía le temblaban por el esfuerzo, pero tenía que regresar a la cancha y enfrentar como buen deportista lo que sucediera.
La Chabela estaba como hipnotizada, mirando el techo y sonriendo. Harry se acostó a su lado y ella reclinó su cabeza sobre el hombro (3) y comenzó a jugar con una cana que colgaba, larga, desde el pecho de Harry.
- Juegas muy bien - dijo ella.
- Fue un buen partido - dijo Harry - en que ambos equipos dimos el todo por el todo en la cancha.
- Me siento muy orgullosa de haber jugado en Primera División.
- Lo difícil no es llegar a Primera, hay que saber mantenerse ahí.
La Chabela suspiró.
Harry tenía que ganar tiempo para recuperarse.
.- Cuéntame qué fue de Nick.
- ¿Qué Nick?
- Tu padre.
La Chabela tiró de la cana y se la arrancó.
- Sabía que ibas a descubrirlo. Eres muy buen detective, pero no
puedo contarte nada.
- ¿Por qué?
- Tú mismo me dijiste que no te contara mi vida.

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(1) Los huevos de gallina.
(2) El autor debe aclarar que no conoce el Viagra, pero le han dicho que las pastillitas tienen ese color.
(3) El hombro de él.
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(continuará)

¿ Contará la Chabela la historia de su padre?
¿Era Frida amiga de Chavela Vargas?
¿Continuará el partido o Clúster perderá por abandono?
¿Se podría considerar a Clúster un fajador?
¿Cuántos pares son tres abejas?
¿Hará efecto el Viagra?

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En ese momento sonó el pitazo que daba comienzo al segundo tiempo. La Chabela comenzó a comandar las acciones y a hilvanar ataques que
sorprendieron a Clúster, frío todavía después del descanso.
La Chabela atacaba por la izquierda y por la derecha, pero sobre todo por el centro, donde estaba la mayor debilidad defensiva (y ofensiva) de Harry, que no podía, no podía, no podía. Pensó que el bourbon, la falta de ejercicios, el cigarrillo, la falta de nueces, los años... Nada ¡Nada!
Ya metía la mano bajo la almohada para sacar la Luger y pegarse un tiro en la boca, cuando una jugada magistral de la Chabela dio resultado(1). La defensa de Harry comenzó a reaccionar, a pararse mejor en el campo de juego y, poco a poco, a adueñarse del centro del campo. Una vez que recuperó el mediocampo, Harry comenzó a hilvanar también algunos ataques, no muy violentos al principio, pero sí persistentes. La juventud de la Chabela, la poca experiencia en partidos de relevancia mundial, la habían hecho gastar sus energías en los primeros minutos. Graso error.(2) Harry recuperó la confianza y se sintió dueño de la pelota y del juego. La mareó con pases cortos, mostrándole y ocultándole el balón, triangulando
la pelota, la desesperó, la volvió loca, la dejó con la melena colgando fuera del campo de juego y
gritando ¡Evohé! ¡Evohé!(3)
Después, el estadio quedó en el más absoluto silencio.
Harry Clúster, como en las viejas películas de vaqueros, sonrió envanecido y
sopló el cañón de su pistola.


FIN
(1) Quede a la imaginación del público lector cuál fue esa jugada.El autor cree que es indescriptible.(2) El autor escribe "graso" en vez de "craso" porque tieneel colesterol un poco alto.83) Referencia del autor al famoso capítulo de Rayuela.
















Sunday, August 06, 2006

HARRY CLÚSTER Y EL CASO DEL MOUSE DESCOMPUESTO (FINAL)

La letra de Sara era grande, firme y segura : Times New Roman 16.Leí las instrucciones con atención y comencé a aplicarlas."Apretar simultáneamente Alt+ctrl+supr+insert+Bloq mayús+ Avpag+F1+ Esc y reiniciar en modo a prueba de fallos".Con el pulgar de la mano derecha apreté Alt. Era fácil.Con el índice apreté ctrl. Fácil. Estiré el anular y apreté supr. Ya no era tan fácil. Para el insert tuve que atravesar la mano izquierda sobre el teclado y colocarle el meñique. La cosa se estaba complicando.Con la punta de la nariz apreté Bloq mayús y traté de apretar las otras teclas con las orejas, pero era imposible. En eso estaba cuando entró la Chabela.
-¿Te estás comiendo el teclado? ¿No encontraste el almuerzo?
Le lancé una mirada cargada de curare. Luego de levantar la cabeza del teclado, por supuesto.
- En vez de hacer esas bromitas deberías ayudarme.
Buscó una silla, tarea que en otros lugares puede ser fácil,pero no en mi oficina. Con los años he ido acumulando más cachivachesque Berna Wang: un muñeco vudú, una cimitarra, 157 bandejas de pizza,un sacapuntas marca Sandongui, un falucho chilote, una celesta, dos huesos de ballena, tres escarbadientes (recuerdo de un almuerzo en "La Pampa"), un pescadito recuerdo de los Buendía, la cuna de Rocamadour, la cama completa de Proust, un bote salvavidas del Titanic, 280 anteojos de una lista de Internet, un sombrero del Zorzal Criollo y otras especies difíciles de enumerar. Encontró, por fin, la silla y se sentó a mi lado. Hablo de la Chabela por si no queda claro. Empezamos a repartirnos las teclas.
- Para mí las de la izquierda - dijo. - Pero estás a mi derecha.
Se encogió de hombros.
- Me gustan las teclas del lado izquierdo.
Cuando se encoge de hombros no hay manera de convencerla, así que empezamos a cruzar las manos sobre el teclado, mientras yo trataba de leer las instrucciones. Al principio me hice el desentendido con los roces que ella - con toda intención, puedo asegurarlo - aplicaba sobre mis dedos toscos, más acostumbrados al gatillo que a las sutilezas, pero llegó el momento en que ella aprisionó mi índice - el mismo del gatillo - y lo apartó del ctrl. Me miraba fijamente, intensamente, apasionadamente, con toda su mente. Yo miré mi dedo.
- Es mío. ¿Me lo puedes devolver?
Lo soltó con tanta furia que lo hizo rodar por el alt, el taby el otro ctrl. Pensé que nunca más iba a poder utilizarlo. El teclado.
- ¡Eres un cochino estúpido!
Era la primera vez que me decía algo tan inteligente.
Después respiró profunda y lentamente.
- Me haces rimar - le dije.
- Harry, tenemos que hablar de algo muy serio. Eso se veía venir. Quería que le propusiera matrimonio o que le pagara los seis meses de sueldo que le debía.
- Estoy trabajando, Chabela.
- De eso te quería hablar.
- Estoy metido en un caso difícil.
- ¡De eso te quería hablar, pero contigo es imposible!
Se levantó indignada, buscó dentró de su cartera un paquetito, me lo lanzó con todas sus fuerzas - que no eran pocas - y me dio en la nariz. - - ¡Instálalo, imbécil! - y se fue para siempre, como todas las veces anteriores. Después de instalar el mouse, decidí celebrar la solución del casoy metí la mano al cajón para sacar la petaca. Me arrepentí al tocarla.
- ¡No! - recordé el consejo de una amiga - Agua. Mucha agua.¡Solamente agua!
Y tomé agua, "triste, solitario y final". *

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* Esta frase no tiene nada que ver, pero siempre es bueno recordar a Raymond Chandler y a Osvaldo Soriano.

Friday, July 28, 2006

HARRY CLÚSTER Y EL CASO DEL MOUSE DESCOMPUESTO VI

Esa chica Sara era pura dinamita.
-Nada hay más serio que el mouse - me dijo - Cuéntame tu problema en detalle, sin olvidar nada.
Una hora estuvimos en eso (en mi historia).
- Se arregla fácil - dijo - Tienes que apretar simultáneamente Alt+ctrl+supr+insert+Bloq mayús+ Avpag+F1+ Esc y reiniciar en modo a prueba de fallos. Después repites esta operación sin el esc al final, rezas tres rosarios a san Isidoro (el patrono de Internet) y una semana sin beber. Aquí te lo doy todo anotado por si se te olvida algo.
Se acercó para entregarme el papelito donde había anotado la fórmula.Se acercó demasiado. Tenía la misma conciencia pélvica que tienen las bailarinas, según mi vieja amiga Anaïs.
- ¡En verdad eres un tipo duro! - exclamó.
- Es la petaca - me disculpé y le rocé la mejilla con mi barba para despedirme. Desde la puerta le agradecí y le prometí: - Algún día volveré.
Guardé el papelito en el bolsillo derecho de mi chaqueta y subí al Dodge.Me demoré menos que en el viaje anterior. Al entrar a la oficina me di cuenta de inmediato de que algo olía mal.Saqué mi Magnum y revisé la oficina. Sobre el escritorio, junto al computador,encontré la causa: el almuerzo que me había traído la Chabela. Eran mariscos y con el calor de esa tarde ya se habían descompuesto. Agarré el paquete y lo tiré por la ventana. Luego me senté frente al computador, saqué el papelito de mi bolsillo y me dispuse a aplicar la fórmula de Sara. (continuará)
¿Funcionará la fórmula de Sara?
¿A quién le habrá caído en la cabeza el almuerzo de Harry?¿Hay vida en otros planetas?
Léalo uno de estos meses.
Exíjalo junto con su ejemplar de "En busca del mouse perdido"otro best seller apasionante de nuestra colección.

Monday, December 19, 2005

HARRY CLÚSTER Y EL CASO DEL MOUSE DESCOMPUESTO V

En el camino de vuelta a la oficina aproveché de comprar otra petaca porque el trabajo venía pesado. La escondí tras la foto de Egar Allan Doyle que me había
regalado Pepe. Ahí Chabela no iba a encontrarla porque no le gustaba acercarse a ese caballero tan antiguo y con cara de loco.
Me saqué la chaqueta - ya estaba sudando - y me senté frente
al computador.Por jugar agarré el mouse y se movió medio centímetro.
- ¡Eureka! - grité, porque era lo único que recordaba de mis doce años
en un colegio de curas.
Traté de moverlo de nuevo y no hubo caso. Ahí estaba, paralizado,
muerto.
Le pegué unos golpecitos contra el escritorio y nada. Lo abrí, lo soplé y
nada.
Lo insulté. Nada.

Estuve un par de horas moviéndole de a medio milímetro cada vez.
Estaba muy cerca de "Inicio", que era mi objetivo, aunque no sabía bien
para qué.
El timbre del teléfono me sobresaltó y justo en ese momento el
mouse decidió funcionar y retrocedí dos centímetros.

- ¿Quién habla? - rugí.
- Nick, jefe. Le tengo buenas noticias.
- Echa fuera.
- Vaya a Coliñanco 115 y pregunte por Sara. Ella puede ayudarlo
Monté en mi destartalado Dodge, que algún día fue negro, y en un
par de minutos llegué hasta la dirección que me había dado Nick. Era una cabaña que quedaba a pocos metros del lago, casi escondida entre hualles y raulíes, los árboles
nativos que puedo reconocer sin equivocarme.
Me estacioné y caminé por un sendero que llevaba hasta la cabaña,
decidido a soportar diez minutos de conversar con un adefesio que sólo
entendía de chips. Golpeé la puerta y me abrió una morena que no parecía de este
mundo.
Sus pechos turgentes parecían querer escapar de su blusa negra casi
transparente.
- ¿Sara? - balbuceé.
Dijo que sí y me hizo pasar a una pieza donde había tres computadores, todos
con el mouse funcionando. Sara se paseó entre ellos dejando que admirara
su grupa que se desbocaba a cada paso.
- ¿Cuál es tu problema? - había encendido un cigarrillo y me miraba
fijamente con un par de ojos que hacían palidecer al mismo lago.
- El mouse...
- Bueno, a tu edad a muchos comienza a fallarles el mouse - dijo
con descaro mientras pasaba y repasaba el dedo índice sobre su muslo tostado.
- Menos broma, chiquilla - le dije - éste es un asunto serio.






(continuará)


¿Podrá éste (el mouse) funcionar por fin?

¿Será éste un invierno seco y frío?

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Saturday, December 10, 2005

HARRY CLÚSTER Y EL CASO DEL MOUSE DESCOMPUESTO CREO QUE IV

Era Bill. O más precisamente su secretaria, que me dijo
que estaba muy ocupado en una reunión.
- Dígale a ese gringo que lo llama Harry. Harry Clúster.
- Imposible, señor. Dijo que nadie podía molestarlo.
- Mire, señorita, dígale que lo llama Harry y que si no se pone
al teléfono le va a costar muy caro.
- No sé si usted sabe que él tiene mucho dinero.
- ¡Quién no lo sabe! - troné - Vaya corriendo y dígale que le va a costar
mucho más dinero del que ya tiene.
Al minuto estaba Bill tartamudeando en el teléfono.
- Ho-hola, Ha-harry.
- Bill, necesito que me ayudes.
- Yo también estoy en problemas económicos, Harry. El negocio está malo.
- ¡No es eso! Tengo un problema con el mouse.
Le largué toda mi historia. Me escuchó en silencio y supongo que con
atención.
- ¿Le hiciste un Quick Restore?
- Por supuesto.
Se quedó en silencio otro rato.
-Mira, Harry - dijo cuando se recuperó - la verdad es que de los mouse(s)
no entiendo nada. Te recomiendo que llames a Ted Compac de parte mía.
Es una buena persona. Dile que te haga un Carbon Copy.
Y cortó. Cada vez entendía menos. El caso se estaba volviendo un lío.

Agarré la petaca y le dí un trago largo. Me puse la chaqueta y decidí
ir a trabajar en terreno.


Nick Bebebarriles estaba en el bar de siempre, frente a una cerveza.
Me senté frente a él y le estiré una foto.
- ¿Lo reconoces?
Nick miró distraído la foto.
- Parece un computador...
- ¡Es MI computador! Y tiene un problema con el mouse.
Le expliqué lo que quería de él: que se diera unos paseos por el
turbio mundo de la informática y sacara toda la información posible.
- Ya sabes. Universidades, cibercafés, videojuegos, empresas,
carnicerías y verdulerías.
Estiró la mano.
- Ya no trabajo gratis, Harry. Así es el mundo neoliberal.
Le mostré un billete de a luca.
- Poco - dijo con desprecio.
Le mostré uno de veinte.
- Harry - me dijo con cierto aire de cansancio - tú te estás
quedando en el pasado. ¿Acaso no sabes que la crisis de Argentina se puede
transformar en una crisis regional?
- ¿Y?
- Dólares. Sólo acepto dólares.
En el fondo de la billetera tenía, muy dobladito, un
billete de cien dólares que pensaba gastar alguna vez en Bahamas con la Chabela. Se lo entregué.

Agarró el billete, terminó el resto de cerveza y se fue.
El mundo ya no era el mismo. ¿Qué habría hecho el viejo Marlowe
en una situación como ésta? Pedí un bourbon para apagar ese pesimismo
que me iba naciendo del pecho.


(continuará)

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¿Encontrará Nick Bebebarriles alguna pista?

¿Podrá Harry arreglar el computador y recuperar

su libro?

¿Cuántos pares son tres moscas?



Léalo en el próximo suplemento de escritura_creativa.

Exíjalo con el video XXX "Pero sigo siendo el rey", protagonizado

por Mike Tyson y la reina Isabel, con las más audaces escenas de

sadomasoquismo, especialmente aquella en que Tyson le muerde la oreja

mientras grita ¡God save the queen!

Wednesday, December 07, 2005

CLÚSTER Y EL CASO DEL MOUSE DESCOMPUESTO III

(Para los recién llegados: recuerden que hay que empezar a leer desde abajo, desde el primer capítulo)



Escondí la petaca en un cajón del escritorio y fui a abrir.

Era la Chabela, con un paquetito en la mano.

- ¿Desde cuándo golpeas?

- Podías estar ocupado - dijo, con cierto retintín irónico - Te traje

el almuerzo.

Dejó el paquetito sobre el escritorio al lado del maldito computador

que tenía el maldito puntero del maldito mouse pegado al centro

de la maldita pantalla.

- ¿Sabes lo que más me molesta de este maldito oficio? - le dije

mientras abría el paquete.

- ¿Qué?

- Que siempre tenemos que decir "maldito" en vez de echar una buena puteada.

Sonrió domesticada, pero de inmediato se puso seria.

- Harry...

La miré.

- Harry...

Volví a mirarla.

- No sé si te acuerdas...

- ¿Si me acuerdo de qué?

- En el computador está tu libro.

Fue como si el techo de la oficina se hubiera partido con un rayo, pero no.

Era el gordo de arriba que había largado el agua del baño. Igual sentí
un mazazo

en la cabeza que, lo sabía desde hace tiempo, sólo se me quitaba con unos

buenos sorbos de bourbon. ¡Mi libro! ¡El trabajo de todo un año! En doce
meses había

escrito ya diez páginas y hasta tenía el título del libro: "Cómo
escribir una

novela en quince días".

- ¡Bill! - grité y salté hasta el teléfono antes de que la Chabela
pudiera estirar

una mano.


(continuará)

__________________________________________

¿Era realmente Bill?

¿Qué le trajeron de almuerzo a Harry?

¿Podría recuperar su libro desde el disco duro?

¿Cuántos días le quedaban a Duhalde?

Léalo en el próximo suplemento de escritura_creativa.

Exíjalo junto a un CD de Paquita la del Barrio

Más o menos así es Harry Clúster

Thursday, November 24, 2005

HARRY CLÚSTER Y EL CASO DEL MOUSE DESCOMPUESTO II

Nota: El primer capítulo está más abajo, así que - para los que recién comienzan - hay que empezar a leer al vesre, desde abajo

Apenas Chabela cerró la puerta, fui hasta el armario y busqué en los cajones. Aparté la Magnum 45, la Styer,un par de medias de la Chabela, un mouse viejo y una ajada libreta de direcciones hasta que encontré lo que buscaba: una petaca de bourbon especial para las mañanas con problemas y resacas. Me eché un largo trago que hizo aullar a mi úlcera, pero al par de minutos una sensación de suavidad
se instaló en el lado menos oscuro de mi corazón, como decía Subiela. Era el momento de trabajar. Por si se hacía indispensable, llevé conmigo la petaca.
Me senté frente al computador, agarré el mouse y quise cerrar el solitario que estaba abierto, mirándome. Nada. Chabela siempre jugaba al solitario para preguntar si nos iba a llegar algún caso que permitiera pagar el arriendo y, si sobraba algo,
su sueldo. Remecí el mouse. Nada. Entonces hice lo de siempre cuando tenía un problema de este tipo: apagué el computador.
Puse los pies sobre el escritorio - al lado del computador y pegándole unas patadas de vez en cuando, a ver si se acomodaban las piezas adentro - encendí un cigarrillo, aspiré como si estuviera a punto de ahogarme y dejé irse las volutas hacia el techo. Antes la vida era más sencilla, pensé. La máquina de escribir tenía un dejo romántico y funcionaba aunque estuviera cayéndose a pedazos.
Me costó volver a centrar mi atención en el problema. "Los que saben arreglar estas cosas son los niños", dije en voz alta, pero ya sabía bien yo que las madres del barrio no dejaban acercarse a sus hijos a diez cuadras a la redonda.
- ¿Y si llamo a Bill?
Bill había sido compañero de colegio y me debía unos cuantos favores
sucios.
Agarré el teléfono y hablé con una chica que era telefonista y que
me debía unos cuantos favores limpios.
- Dame con Silicon Valley.
- ¿Siliqué cuánto? *
- Con Valley. Mira, cariño, comunícame con Billy. Tú sabes arreglártelas.
Colgué y me disponía a esperar cuando golpearon la puerta.


(continuará)



* Astuta referencia al Ulysses de Joyce.


¿Contestará Bill la llamada de Harry?
¿Podrá Harry arreglar su computador?
¿Qué sería del bolero sin la luna llena?

Léalo en el próximo suplemento
de literatura_creativa. O aquí mismo.